domingo, 4 de abril de 2010

100 AS (VIII): A Colour Box (1935) Len Lye









Iba a decir que, en esta revisión de la lista de Annecy, nuevamente nos encontramos con uno de los pocos afortunados que cuenta con un par de entradas, pero me doy cuenta que he repetido esa frase en las últimas entradas, con lo que deja de ser ya excepcional, y además esa solemnidad le cuadra poco a un creador como Len Lye y a un corto como A Colour Box.

Si este corto tiene la importancia que tiene se debe a que es uno de los primeros ejemplos de cine abstracto (ya Hans Richter o Walter Ruttmann habían creado cortos de ese tipo en los años 20), un estilo, el de la imagen pura, imposible de conseguir en el cine convencional, pero sobre todo porque este corto es el primero abrir la vía de la animación sin cámara (cameraless animation) y dar paso a una larga lista de scratch movies, en la que el artista pinta directamente sobre cada cuadro de celuloide para luego proyectar el resultado.

Puede parecer sencillo, pero esta técnica exige del animador que tenga la capacidad de predecir como resultará en la pantalla la sucesión de patrones y dibujos que va plasmando en cada fotograma, de forma que tenga que tener en la memoria al mismo tiempo varios metros de película para poder calibrar los ritmos y secuencias. Una tarea que, en cierta medida recuerda al compositor, al poder aplicar en ambos casos términos como tempo, ritmo, temas, acordes y armonía, lo que explica que la inmensa mayoría de los creadores de scratch movies se hayan apoyado en temas musicales que les sirvieran de base para construir sobre ellas sus cortos y que luego se proyectaban junto con ellos, aunque otros, como Fischinger o Brakhage, intentarían crear cortos sin música para impedir que ésta distrajese a los espectadores de la dinámica de las formas y colores.

Dicho así, puede parecer que el resultado de esa técnica debieran ser áridos y cerebrales. Todo lo contrario, al menos en el caso de Len Lye, puesto que este artista de vanguardia intenta que la alegría y la danza se desborden a lo largo de sus cortos, una intencionalidad señalada por la elección de música, ni más ni menos que ritmos populares en ese tiempo, y que resulta confirmada por la explosión de colores que se suceden en la pantalla, el ritmo rapidísimo con el que suceden los patrones y las formas, remedo del tempo de la propia pieza elegida, de manera que prácticamente cada fotograma es único, junto con los propios movimientos de estos en el cuadro semejantes a los danzarines que escuchasen la pieza... todo ello dotado de una naturalidad y una fluidez inusitada, puesto que, no lo olvidemos, el cine no es otra cosa que una sucesión de fotografías y Lye tenía que construir cada uno en su mente y predecir como resultaría su sucesión en la pantalla, como ya he dicho.

Una obra que, como en muchos ámbitos del arte, se debió parte al azar y parte a la necesidad, puesto que el primer corto de Lye, Tsulava, aunque abstracto, está realizado al modo tradicional y la situación económica del artista en ese instante, un arista neozelandes emigrante en Londres le impedía reunir los fondos para repetir la experiencia, con lo que tuvo que buscar un medio para crear animación sin usar la cámara, pintando directamente sobre ella. Un necesidad que se conjugo como digo con el azar, puesto que su trabajo como montador de la GPO Film Unit (¡La unidad de producción de películas del servicio de correos británico, ni más ni menos!) de la que ya he hablado en otras ocasiones, le puso en contacto con John Grierson, uno de los grandes impulsores del documental británico y asímismo siempre abierto a las nuevas formas, que le compró la primera versión de A Colour Box, sin otra condición que añadir un breve anuncio, perfectamente integrado, de los productos de la GPO y el encargo de realizar otra serie de cortos experimentales/anuncios.

Si aún nos sorprende ese corto, podemos imaginar lo que supuso para el público de los años 30, al que su condición de anuncio le hizo llegar casi de forma masiva, produciendo reacciones similares, escándalo y tumultos entre defensores y detractores, similares a las de otras obras señeras de la vanguardia, cuyo relato es de todos conocido.

Como siempre les dejo con el corto, aunque esta versión, no le hace ninguna justicia, aunque es la única que he encontrado que haga un poco de justicia a los colores originales.

2 comentarios:

natalia_paperblog dijo...

Hola David,

Buenos días. Soy Natalia, Responsable de Comunicación de Paperblog. Quisiera disculparme por dejarte un comentario así, pero no he encontrado otra manera de contactarte. Tras haber descubierto Caminando en círculos", me pongo en contacto contigo para invitarte a conocer el proyecto Paperblog, un nuevo servicio de periodismo ciudadano. Paperblog es una plataforma digital de difusión cuya misión es identificar y dar a conocer los mejores artículos de los blogs inscritos, que sino, se diluyen entre la masa de información antes de llegar a los oportunos lectores.

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Un cordial saludo,
Natalia
Responsable Comunicación Paperblog

David Flórez dijo...

Parece interesante. Le echaremos un vistazo.