domingo, 9 de enero de 2011

100 AS (XLII): Le course à l'abîme (1992) Georges Schwizgebel














En la revisión semanal de la lista de 100 mejores cortos animados, recopilada por el festival de Annecy, le ha llegado el turno a Le Course à l'abîme, realizado en 1992 por Georges Schwizgebel.

El animador suizo Schwizgebel debería ser uno de esos nombre que no necesitan presentación, pero como para la mayoría de mis lectores (y para mí, hasta que me lo descubrió la animadora valenciana María Lorenzo) será un completo desconocido, así que se hace necesaria una pequeña introducción. Digamos simplemente que se trata de uno de los grandes animadores experimentales de los últimos tiempos, siempre preocupado por representar sus historias de forma nuevas y originales, y que ha desarrollado un estilo característico, lo que podría llamarse peintures animées, mediante la cual consigue transmitir directamente al celuloide sus pinturas acrílicas, en las que aún es posible descubrir la huella del pincel, para luego animarlas siguiendo la vieja técnica de la animación sobre cristal, que permite retocar el dibujo realizado sobre ese  material, animando la forma al mismo tiempo que se la destruye.

Otro aspecto característico se Schwizgebel es un invariante de la animación, el hecho de que desde los inicios y en contra de lo que ocurre con las películas de imagen real, animación y música siempre han ido de la mano, intentando adaptar y representar la imagen animada lo que ocurre en la partitura, al contrario que en el cine de verdad, donde la música se reduce a acompañamiento. En este caso, el animador suizo elige un fragmento de La Dammation de Faust, la opera de Berlioz que adapta el mito de Fausto (y donde Fausto no es salvado, afortunadamente), en concreto el momento en que Fausto y Mefistófeles cabalgan freneticamente para salvar a Margarita de su condena a muerte, sin que el doctor sepa que en realidad cabalga hacia su propia perdición.

Esta excusa argumental, ilustrada por Berlioz con una música tormentosa y disonante, permite a Schwizgebel realizar un auténtico tour de force, en el que, intercalados en el leit motiv de la cabalgada de Fausto y Mefistofeles, se muestran diferentes escenas aparentemente inconexas, retazos del amor del doctor y Margarita, la juventud de ambos, las huestes celestiales, la danza de los muertos, visiones del apocalipsis, incluso la propia orquesta que interpreta la pieza, todo ello siguiendo con el ritmo frenético de la música de Berlioz y presentado con el estilo del animador suizo, donde los diferentes cuadros se metamorfosean los unos en los otros, sin que nada nos permita prever que aparecerá a continuación.

Un corto que ya así sería notable, pero que justo al final es capaz de ir un poco más allá, como debe hacer cada experimentador. Justo en el último cuadro, cuando la cámara al final parece detenerse, se abre el campo y se nos revela que todo lo que hemos estado viendo no era sino una única pintura que hemos ido recorriendo en espiral, del exterior al interior. Una conclusión, que sorprende no sólo por la cantidad de elementos en movimiento, una proeza casi imposible de conseguir antes del ordenador, sino por que se halla encerrado en un  bucle continuo, sin principio ni fin, en el que podríamos decir se encuentra atrapado Fausto, incapaz de escapar de esa carrear al abismo a la que se refiere el título.

Y como siempre, les dejo con el corto. Procuren disfrutarlo y si les gusta, ya saben, ancha es Internet (por ahora)



La Course à l'abîme, Georges SCHWIZGEBEL, 1992
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